jueves, 13 de septiembre de 2012

Las Quintillizas de El Tocuyo. (Cuento)


Por: Renato Agagliate.

Alfabeto es un señor que ha venido de España.  No se sabe cuando, pero si
se sabe que, al principio, quedó viviendo en El Tocuyo.  Allí se casó con
una maestra y, bien pronto, la dejó en estado; en un estado grande, digno
del estado Lara.  Tan grande que, después del parto, todos los periódicos
decían: “Maestra dio a luz quintillizas en El Tocuyo”.

La primera vez en la historia de El Tocuyo, que no fuera historia de
cujies, conejos o rabipelados.  Incluso de Barquisimeto había venido el
gobernador a felicitar a Alfabeto y a prometer ayuda para la cría de las
cinco hermanitas.

Como ninguna murió y, más bien, toditas medraban de lo lindo, Alfabeto, la
madre y las madrinas las llevaron a la iglesia para el bautizo.
- ¿Qué nombre les ponemos? – preguntó el cura.
- esta, A; a esta, E; a esta, I; a esta, O; a esta, U – le dijo Alfabeto muy
orgulloso de su idea.
- Imposible – dijo el cura, que era muy conservador. – No hay santas que
lleven esos nombres.  Si quieren, les ponemos Antonia, Emilia, Inés, Olga y
Úrsula.
- ¡No!
- ¡No!
Total que no hubo bautiza, ni fiesta, ni nada.  Pero, como la maestra tenía
un hermano cura en el pueblo de Anzoátegui, allá fueron y allá las
morochitas quedaron bautizadas como quería Alfabeto.
- A, E, I, O, U... en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
- ¡Amén!

Y hubo fiesta y música y cocuy, y... el lugar gustó tanto a Alfabeto, que
este decidió quedarse con su familia.  Claro: el nombre del pueblo,
Anzoátegui, tiene las cinco vocales, y evocaba perfectamente los de las
quintillizas.

Hecha la mudanza, Alfabeto construyó una casa grande y se dedicó a cultivar
orquídeas y albaricoques y a criar nada menos que murciélagos.  Orquídeas,
albaricoques, murciélagos: ¿por qué?  Porque son palabras que tienen las
cinco vocales.

A, E, I, O y U crecieron pronto.  A jugaba con la gata y O con un loro; E
se entretenía con un querrequerre, I con un mono tití y U nada menos que con
un currucucú.  Alegres y avispadas, las chiquillas.  En la escuela sacaban
las mejores notas en lengua castellana.  Y no se lucieron menos al cursar
luego el bachillerato.

Aprobado el último año, se trataba de enviarlas a la universidad.  Pero,
¿adonde?  A Caracas, no; porque le gustaría solo a la A.  A Coro, tampoco;
porque le gustaría solo a la O.  A Maracaibo, le gustaría bastante a la A y
un poquito a la I y a la O, pero no aceptarían ni la E ni la U.

A Barquisimeto sí, en cambio, les gustaría a las cinco, porque quedaría más
cerca y... porque Barquisimeto es un nombre que contiene las cinco vocales.
En esa ciudad, pues, la A se puso a estudiar arquitectura; la E, economía;
la I, inglés; la O, odontología; y la U... Bueno, la U, que había nacido
sana, pero que en Anzoátegui se había puesto muda, en Barquisimeto encontró
una academia especial para sordomudos y así pudo estudiar urbanismo, con la
intención de ayudar a su hermana A cuando se graduara de arquitecta.  ¿No
ven que arquitecta tiene la u muda?

Las hijas de Alfabeto habían salido tan voluntariosas como su padre y tan
inteligentes como su mamá.  Las cinco lograron graduarse.  Y las cinco
fueron premiadas: tres meses de vacaciones en el sitio de Venezuela que más
les gustara.

Así fue como la A fue a pasarlos en Maracay; la E en Chejendé, en el estado
Trujillo; la I, en Pimichín, en el territorio Amazonas; la O, en Boconó; y
la U fue a Jurupú, en el estado Sucre, donde dicen que había un brujo que
curaba a los mudos,

Efectivamente, la U se curó y, al regreso, pasó a vivir con la A en Duaca,
donde fundaron una compañía de construcciones para contento y desarrollo de
la población.  La O abrió un consultorio dental en Morón.  La I salió al
norte a perfeccionar su inglés en el estado de Misisipí.  Y la E, la E, si
señores, también encontró su empleíto en una oficina petrolera de El Mene,
en el estado Zulia.

Hace poco, los periódicos traían esta interesante noticia: “Se casaron
quintillizas de El Tocuyo”.  Pero, vean ustedes cómo: la A se casó con un
oculista; la E, con un agricultor; la I, con un urólogo; la O, con un
electricista; la U, con un ingeniero.
- ¿Por qué así? – le preguntaban los periodistas a Alfabeto.
- Cosas del amor – contestaba él.
¡Que felices las hijas de Alfabeto!  Su mamá, que sigue dando clases en
Anzoátegui, las recuerda a cada instante.  En el patio del pizarrón las pone
a jugar como cuando eran chiquitas.
- A, E, I, O,U, repiten a coro los niños, como si fuera una vieja canción
de cuna para la madre de las quintillizas.
                                                                           
                        (Sanare, 1979)

ACITIVIDADES:
.
.  Lee en forma silenciosa el cuento:  "Las Quintillizas de El Tocuyo".

  .Copia en tu cuaderno las  palabras desconocidas y discute su significado con ayuda del diccionario o de acuerdo al contexto.

.Lee en forma oral el cuento, entonando correctamente  y  tomando en cuenta los signos de puntuación.

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